Primera persona anciano
Su padre, un hombre respetado que siempre tiene razón en la tierra. Ever un irreverente, que encontraba en su madre un refugio, ella le daba ánimos para luchar por lo que sea que estuviera luchando, que si bien su padre siempre tendría la razón en la tierra, él aún podría buscar un camino alternativo.
Por Ever es que no he parado de llorar en este maldito funeral. Creen que las lágrimas son por la muerte de mi hija, pero no. Es por Ever. Ella dio todo lo que tenía que darle a este miserable mundo, sé que está descansando, lo entiendo. Yo no lloró por los muertos, ellos si acaso se enterarán de que murieron y que dejaron un gran vacío en la tierra. Ese vacío que debe sentir Ever, mirarlo me desconsuela, no ha despegado su cabeza del ataúd. Yo lloro por los vivos. Ahora qué será de Ever, un subordinado de su padre como todos nosotros. Como sus empleados, como sus amigos, como sus otros hijos, como yo y como su madre.
Primera persona adulto
Para mí ella no representaba nada. Ni siquiera era de mi sangre. Lagrimeo para aparentar. En cambio, mira al otro mocoso: No se ha despegado del puto ataúd.
Nunca he comprendido qué necesidad tiene de contradecir a mi padre. Sí, es verdad a veces uno quisiera librarse de su autoridad, pero en definitiva con sus reglas me ha ido bien, no solo a mí, a sus amigos, a sus empleados, a todos, a él también le iría bien. Ahora con ella muerta, si que se le va a hacer difícil. Mi padre será cero tolerante, tal vez las primeras semanas no, para darnos tiempo de curar las penas, pero lo conozco y sé que en poco tiempo será inquebrantable. Ni si quiera el mocoso de Ever podrá llevarle la contraria.
Primera persona del niño
Veo a mi mamá. Veo a Ever. Abrazo a mi mamá. La abrazo fuerte. No quiero lo que le pase lo de la mamá de mi amigo a ella, ni que me pase lo de Ever a mí. Pobre, en los pocos segundos que tuve para abrazarlo me dijo que nunca le manifestó -más allá del amor- la fortaleza que ella le daba.
El martes cuando Ever le preguntó a su profesora de Ciencias Naturales por qué los humanos venimos de los simios, si en la Biblia dice que Dios nos hizo a su imagen y semejanza...¿Será que Dios es un simio? Me gustaría saber por qué es tan preguntón. Me dijo que aún no sabía, pero que su mamá no lo regaña por ser así. Voy a ver ataúd para saber cómo es estar muerto, siempre he querido ver un muerto. Abrazo a Ever, sin decir nada. Me dijo que ahora lo tenía que descubrir solo.
Tercera persona (Anciano, Adulto o niño)
Hace más de una hora que Ever está llorando sobre el ataúd.
En unas sillas ubicadas a la derecha está la abuela. Sus gafas oscuras no cubren las gotas que caen de sus ojos atravesando las mejillas, cada tanto usa el pañuelo para secarse. Es su hija la que está muerta, pero eso no le duele. Ella llora por Ever. No lo quiere ver subordinado como todos los demás, aunque cree que eso será lo que terminará sucediendo.
Unos cinco metros más allá está el hermano, de pie. Sus ojos está rojos e hinchados. Lo rodean tres amigos. La odiaba a ella, y lo odia a él. Muchos creen que ella era su madre, pero en realidad no lo es. Era su madrastra. La odiaba a ella y odia a Ever. Llora para aparentar sentir tristeza, pero no es así, la situación no le genera mayor interés.
Ever sigue llorando sobre el ataúd, cuando llega Alfonsito a abrazarlo. Siempre ha admirado a Ever. Recuerda aquella clase de Ciencias Naturales en la que dejó sin respuesta a la profesora al plantearle que Dios era un simio porque había creado a los humanos a sus imagen y semejanza y los humanos vienen de los simios. Ese día le dijo a Alfonsito que aún no sabía por qué cuestionaba todo, pero que su madre lo apoyaba. Hoy Ever, como completando aquella conversación, le dice que lo debe descubrir solo.
A tan solo dos pasos de Ever y Alfonsito está el padre. Desconsolado. Nada tiene que ver la referencia que Ever tenía de cada uno de ellos. Su padre y su madre se amaban. Cuando Alfonsito se retira, el padre por primera vez en el funeral se dirige a Ever y le extiende sus brazos. Ever lo rechaza. Le grita que...